Modelo conductual-cognitivo

 Precursores

El paradigma conductual-cognitivo en el ámbito del trabajo social se fundamenta en los postulados teóricos desarrollados por Albert Ellis y Aaron Beck. Albert Ellis es reconocido como el precursor de la Terapia Racional Emotivo-Conductual (TREC) y es ampliamente considerado como el pionero de la psicoterapia cognitivo-conductual. Por su parte, Aaron Beck ha dejado una huella significativa en el campo de la terapia cognitiva con sus contribuciones destacadas.
Albert Ellis

Aaron Beck



La integración de las teorías de Albert Ellis y Aaron Beck en el trabajo social ofrece un enfoque valioso para comprender y abordar los problemas emocionales y conductuales de los individuos. Al adoptar este enfoque, los trabajadores sociales pueden centrarse en identificar y cambiar los pensamientos distorsionados y las creencias irracionales que pueden estar contribuyendo a los desafíos que enfrentan sus clientes. Además, esta perspectiva también proporciona herramientas prácticas para promover la resiliencia y el bienestar psicológico en aquellos con quienes trabajan los profesionales del trabajo social.

Conceptualización

El paradigma conductual-cognitivo se orienta hacia la comprensión de la interacción entre los procesos cognitivos y las conductas de los individuos, así como hacia la posibilidad de modificar estos procesos para promover cambios beneficiosos en la vida de las personas. Esta perspectiva encuentra aplicación en una variedad de campos, entre ellos el trabajo social. Su fundamento radica en la premisa de que la conducta humana puede ser analizada y comprendida a través de la influencia de factores externos que desencadenan respuestas conductuales específicas o comportamientos sociales.

El enfoque conductual-cognitivo ofrece una perspectiva integral para abordar los desafíos que enfrentan los individuos en diversos contextos, incluyendo el trabajo social. Al entender cómo los pensamientos influyen en las conductas y viceversa, los profesionales pueden diseñar intervenciones más efectivas que atiendan las necesidades específicas de cada persona. Esta aproximación permite no solo comprender el origen de ciertos comportamientos, sino también identificar estrategias para promover cambios positivos y mejorar la calidad de vida de los clientes.

Fases

El modelo conductual-cognitivo generalmente sigue las siguientes fases:

  • Identificación del problema: En esta fase inicial, se procede a identificar el problema específico que el individuo está enfrentando, mediante el análisis de sus pensamientos, emociones y conductas relevantes.
  • Desarrollo de un plan de intervención: A partir de la identificación del problema, se elabora un plan de intervención que abarca estrategias y técnicas cognitivo-conductuales adecuadas para abordar dicho problema. Este plan se diseña de manera individualizada, considerando las características y necesidades del individuo en cuestión.
  • Implementación del plan de intervención: En esta fase, el individuo comienza a poner en práctica las estrategias y técnicas delineadas en el plan de intervención, con el fin de promover cambios positivos en su pensamiento y comportamiento.
  • Evaluación del progreso: A lo largo del proceso de implementación del plan de intervención, se lleva a cabo una evaluación periódica del progreso del individuo. Esto implica analizar los cambios observados en sus pensamientos, emociones y conductas, así como su impacto en el problema identificado.
  • Ajuste del plan de intervención: Con base en los resultados obtenidos durante la evaluación del progreso, se realizan ajustes al plan de intervención según sea necesario. Estos ajustes pueden implicar la modificación de estrategias o técnicas, o la incorporación de nuevos enfoques, con el fin de optimizar los resultados del proceso terapéutico.

El seguimiento de un proceso estructurado como el descrito facilita la efectividad del enfoque conductual-cognitivo en el trabajo terapéutico. Permite una atención sistemática y personalizada a las necesidades del individuo, asegurando que las intervenciones sean relevantes y adaptables a su evolución durante el proceso. Esta aproximación también promueve la transparencia y la colaboración entre el terapeuta y el cliente, lo que contribuye a fortalecer la alianza terapéutica y mejorar los resultados del tratamiento.

Ejemplo del caso

Ana, una mujer de 30 años, ha experimentado problemas de ansiedad generalizada durante un período prolongado. Recientemente, Ana ha decidido buscar ayuda y ha contactado a un trabajador social para recibir apoyo en su proceso de recuperación.

En la Fase de Identificación del Problema, el trabajador social colabora con Ana para discernir el núcleo de su situación. En este caso, la ansiedad generalizada de Ana emerge como la principal preocupación a abordar.

En la Fase de Desarrollo de un Plan de Intervención, el trabajador social y Ana cooperan en la elaboración de un plan de acción. Este plan incluye estrategias y técnicas cognitivo-conductuales específicas diseñadas para enfrentar su ansiedad. Entre estas se encuentran técnicas de relajación, terapia cognitiva para identificar y cuestionar pensamientos negativos, así como métodos de gestión del estrés.

La Fase de Implementación del Plan de Intervención marca el inicio de Ana en la aplicación de las estrategias delineadas. Esto implica la práctica de técnicas de relajación, el trabajo conjunto con el trabajador social para reconocer y confrontar pensamientos negativos, y la adquisición de nuevas habilidades para manejar el estrés.

Durante la Fase de Evaluación del Progreso, el trabajador social monitorea de manera regular el avance de Ana. Ante dificultades que puedan surgir, se abre espacio para la negociación de ajustes en las tareas o para la incorporación de nuevas estrategias.

Finalmente, en la Fase de Ajuste del Plan de Intervención, el trabajador social realiza modificaciones basadas en la evaluación del progreso. Estas adaptaciones pueden implicar la inclusión de nuevas actividades, la modificación de las existentes, o la eliminación de aquellas que no han resultado eficaces.

A través de este proceso, el trabajador social utiliza el modelo conductual-cognitivo para empoderar a Ana en la toma de medidas concretas frente a su ansiedad. Este enfoque facilita que Ana asuma un papel activo en su recuperación, fortaleciendo así su autoeficacia y motivación para el cambio.

El caso de Ana ilustra cómo el enfoque conductual-cognitivo puede ser aplicado de manera efectiva en el trabajo social para abordar problemas de salud mental. La colaboración entre el trabajador social y el cliente es fundamental para identificar y aplicar estrategias personalizadas que promuevan el bienestar psicológico. Este proceso no solo implica la adquisición de habilidades prácticas para manejar la ansiedad, sino también el fomento de la autonomía y la capacidad de autorregulación del individuo, aspectos clave para su recuperación a largo plazo.

Referencias de las imágenes de esta entrada:

Libros de ALBERT ELLIS. (s/f). casadellibro. https://www.casadellibro.com/libros-ebooks/albert-ellis/17387

Wikipedia contributors. (s/f). Wikipedia, The Free Encyclopedia. https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fes.wikipedia.org%2Fwiki%2FAaron_T._Beck&psig=AOvVaw3ED5l_TJHiHhOYXyaIuigb&ust=1715151857856000&source=images&cd=vfe&opi=89978449&ved=0CBIQjRxqFwoTCIjRiOf8-oUDFQAAAAAdAAAAABAE


Comentarios

  1. Considero que la clave para que este modelo se lleve a cabo con eficiencia es tener empatía con el cliente que estamos trabajando, con el objetivo de mejorar el comportamiento de la persona pues sabemos que este modelo es una conexión entre situaciones, pensamientos, sentimientos y conductas, .

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